El Bosque Real
Asentado en la falda sur de la sierra de Guadarrama, en la depresión formada por los ríos Guadarrama y Aulencia, en la denominada Hoya de Villalba, rodeada por Las Machotas, Abantos, Peñota, Siete Picos y Cabeza Mediana, el Bosque Real de San Lorenzo de El Escorial alcanzó tal denominación por haberse reservado los reyes la actividad cinegética de toda la zona. Territorio acotado por una cerca de piedra de unos 50 kilómetros, contenía una gran variedad de ecosistemas, desde las zonas de piornal de las cumbres hasta el rebollo, el melojar, el encinar de monte bajo y la dehesa. Esta zona fue cazadero conocido por los reyes, como se recoge en El libro de Montería, de Alfonso XI.
Felipe II llega a España en agosto de 1559, en una armada de sesenta navíos que transportan las riquezas en arte que su padre, Carlos I, había reunido a lo largo de su vida como emperador. Había estado ausente cinco años, entre otras razones, por su viaje a las Islas Británicas en 1554 para casarse con María Tudor,
La flota llega al puerto de Laredo, en Cantabria. Ya desembarcado el monarca, una gran tempestad hunde las naves, pereciendo mil de los hombres y desapareciendo en el mar las colecciones depositadas aún en las bodegas. Considera que es un aviso de Dios y promete ante todos sus cortesanos y súbditos dedicar su vida como rey “a la única causa que tiene como noble y cierta: gobernar con la Fe y en nombre de esa misma Fe todos sus estados”.
Primero viaja a Valladolid, su ciudad natal, luego se dirige a Toledo, pasando por El Escorial, y en 1561 se establece en Madrid, nombrando a la entonces Villa, Corte del imperio. Desde un primer momento, en 1560, encarga a Fray Juan de San Gerónimo, uno de los primeros frailes en poblar el El Escorial, la búsqueda en ese entorno de un lugar adecuado para su construcción.
Todo esto hace pensar que el interés de Felipe II para construir su gran obra en este lugar, era anterior, posiblemente por su relación con Isabel Ossorio de Cáceres, su amor de la primera juventud, hermana de Alonso Ossorio, Marqués de Astorga, uno de los cuatro dueños principales de La Fresneda, primera finca adquirida para la fundación del monasterio. En 1561 el contador Luis de Peralta realiza las investigaciones sobre otra finca, La Herrería, que será donde se realice la obra, por ser la que mejores condiciones de abastecimiento de aguas proporcionaba, especialmente la fuente de Blasco Sancho. También debió de tenerse en cuenta la disponibilidad de materiales para la construcción y, posiblemente, otra razón fue el carácter esotérico de este lugar. Una leyenda cuenta que por estos pagos se encontraba una de las puertas del infierno y que por eso construyo en este lugar su magna obra.
En 1567 Felipe II otorga la Carta de Fundación, entregando a los monjes las propiedades que incluyen La Fresneda y La Herrería. Dispondrán los religiosos de todo su aprovechamiento salvo la caza. En 1594 adquiere la dehesa de Campillo y en 1595 la dehesa de Monesterio. Todo ello va a constituir desde entonces el Bosque Real de El Escorial. En 1603, Felipe III, entrega estas propiedades a los monjes, con lo que queda configurado el núcleo del Bosque Real de San Lorenzo, que sería custodiado por una guardia pagada por el convento y dirigida por el Guarda Mayor, nombrado por el Rey. Hacia finales del siglo XVI, los límites del Real Sitio de El Escorial eran extraordinariamente vastos, teniendo una continuidad física con los lindes del Monte de El Pardo.
Felipe II no construyó una cerca que englobara todas sus heredades, sino cercas individualizadas: La Herrería, La Fresneda, La Granjilla, El Campillo y Monesterio. Desde el siglo XVI, hasta el siglo XIX, las paredes de piedra de las heredades de Felipe II, agrupadas en el Bosque del Real Sitio de El Escorial, tenían como funciones principales:
-
Servir de límite y deslinde a las propiedades adquiridas por Felipe II para su Monasterio: cercas que cierran La Herrería, La Fresneda, Campillo y Monesterio, denominadas Bosques Reales.
-
Servir como elemento de defensa contra intrusos y protección de los pastos destinados a los bueyes utilizados en la construcción del complejo.
-
Como guarda y defensa de la caza y como cinturón sanitario, ante una infección de viruela llegada de Andalucía.
-
Durante el reinado de Felipe II se construyeron unos 44 kilómetros de pared de piedra seca en los cerramientos de las dehesas, que fueron la base de la Cerca Histórica.
Ante los problemas que durante siglos se habían planteado en la zona por los daños que los animales provocaban a los campesinos, Carlos III decide dar solución a los mismos, indemnizándolos por los daños o permitiéndoles cobrar las piezas que los causaren. Carlos IV busca la solución definitiva a todos los problemas de la caza, consistente en terminar la cerca iniciada por Felipe II y elevando su altura. Entre diciembre de 1788 y finales de 1791, Carlos IV programa, diseña y ejecuta la Cerca Real, obra exclusiva de Carlos IV. Según los datos del “Plan de la Cerca del Real Bosque”, la pared perimetral tendría una longitud de 51.150 metros, 36.950 serían de la época de Felipe II y 14.200 de nueva construcción. Hasta nosotros ha llegado la inscripción en una piedra de granito de un metro cuadrado, que Carlos IV utilizó como firma y cierre de su cerca: REINANDO CARLOS IV AÑO DE 1791 GRA+CIA
La declaración como BIC de este territorio delimitado por la Cerca Histórica, significa su protección, incluyendo una franja de 6 m, que discurre paralela y exteriormente a la Cerca, por razones visuales y paisajistas:
- Zona Oeste: en Navalquejigo hasta la Cañada Real Segoviana
- Zona Sur: en las Machotas y la Cruz Verde hasta el Pico de San Benito, y en la falda de Abantos hasta la cuerda que une las cimas de los montes situados detrás del Monasterio.
La inmensa mayoría de estas propiedades fueron vendidas en 1870 por el Estado a particulares como consecuencia de las leyes desamortizadoras del Sexenio Revolucionario, y sólo se conservan adscritas al Patrimonio Nacional las fincas de La Herrería, El Cerrado, El Romeral y El Navazo de la Pulga.