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Construida a la par que la Casita de Abajo, por el mismo arquitecto, Juan de Villanueva entre 1771 y 1773, y según el parecer de Carlos III, siguiendo la moda del Petit Trianon de Versalles, de crear pequeños edificios cercanos a los grandes palacios, que servían para reuniones,meriendas, disfrute de sus jardines y como lugar donde exhibir las colecciones de relojes, pinturas, tapices y todo tipo de objetos, tan apreciadas en aquella época. Se encuentra a unos dos kilómetros del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en la finca de La Herrería.

 

Esta construida enteramente en piedra de granito, tiene planta cuadrangular y se articula a partir de un distribuidor central, rodeado de ocho estancias, que se disponen simétricamente. El distribuidor se cubre con una cúpula octogonal, alrededor de la cual se extiende la segunda altura  a la que se accede desde una escalera de caracol. Su principal reto fue garantizar que la música se pudiera escuchar dentro y fuera del edificio. De ahí que se asemeje a una caja de resonancia, donde la segunda altura, reservada a la celebración de recitales, cumple una función acústica por medio de un sistema de vanos, con ventanucos y buhardillas al exterior y tribunas al interior, por los que se propaga la música. Entre los frescos que decoran el edificio destaca el de las Cuatro Estaciones, atribuido a Vicente Gómez.

El jardín esta dividido en dos tramos. En la fachada principal encontramos una plazoleta circular con una fuente, de la que arrancan ocho avenidas con setos de boj, junto con coníferas y secuoyas de gran porte, muy posteriores, como sucede en la Casita de Abajo.

El gran jardín de la fachada posterior esta regido por un eje que finaliza en la balaustrada de la parte posterior, desde donde se disfruta de una vista fantástica de la fachada de mediodía del monasterio. En ambos lados del eje que rige el jardín, existen parterres, enmarcados con doble seto de boj, en los que encontramos plantaciones de rosas, y coníferas que configuran dos ejes secundarios, paralelos al principal. Desde este jardín se baja a otro en el que encontramos frutales, rosales, coníferas, arcos de cipreses y caminos que en otros tiempos tuvieron bóvedas de jazmines.

En el muro de contención del último nivel hay un gran mascarón dorado que vierte sobre un estanque en el que se almacena el agua de riego para todo el jardín. Todo el conjunto está rodeado por un cerramiento cuyos lienzos están cubiertos por rosales.

El jardín recoge elementos herrerianos como la mesa de piedra con ocho asientos en la fachada posterior, seguramente inspirados en La Fresneda.

Con respecto a los jardines, fueron proyectados axialmente, tomando como referencia los ejes de la ‘casita’, que se prolongan hacia fuera, a través de dos terrazas principales. La composición es geométrica, con parterres de boj de forma cuadrangular y rectangular.

Los jardines fueron objeto de una especial atención por parte la reina María Josefa Amalia de Sajonia (1803-1829), tercera esposa de Fernando VII, quien ordenó su ampliación con terrenos de los bosques colindantes y la instalación de diferentes cenadores.

A finales del siglo XIX, fueron plantadas diferentes sequoyas, entre otras especies de coníferas. Se trata de árboles de gran altura, que desvirtuaron el concepto original de Juan de Villanueva. Entre los árboles podemos descubrir un cedro del Líbano, dos pinos de Jeffrey y un pino de Sabine.

Para visitar el interior es necesario concertar la visita en los teléfonos 918905903/04/05. Las visitas son siempre guiadas.