El Retiro es el gran parque de todos los madrileños. Su pulmón verde en el centro de la ciudad. Un jardín creado en el siglo XVII que en el año 1935 fue declarado de Valor Histórico Artístico. Actualmente ocupa 125 hectáreas y cuenta con más de 15.000 árboles de las más variadas especies. Es obvio que a lo largo de estos siglos el parque ha sufrido muchos cambios, reflejo de nuestra historia.
Primera época:
La historia del Retiro comienza en tiempos de los Reyes Católicos, cuando los monjes Jerónimos trasladan a las cercanías del Prado el Monasterio de Santa María del Paso, fundado por Enrique IV en 1464, por entonces cerca de las actuales ermitas de San Antonio de la Florida. Ha pasado a la historia como monasterio de San Jerónimo el Real. Felipe II fue jurado Príncipe de Asturias en esta iglesia y desde entonces casi todos los actos religiosos relacionados con la monarquía se celebraron allí. Se crea como anexo a la iglesia el Cuarto Real, lugar donde los reyes descansaban antes o después de las ceremonias. Felipe II utilizó este lugar para retirarse del mundo en momentos dolorosos o de zozobra sentimental y de ahí el nombre de El Retiro.
Felipe IV, rey desde 1621 hasta su muerte en 1665, aconsejado por su valido Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares, decidió edificar un palacio a las afueras de la ciudad, muy cerca del Cuarto Real del monasterio de San Jerónimo, en el entorno conocido como Prado de San Jerónimo. Su deseo era ofrecer al monarca un lugar de descanso cerca del Palacio Real de Madrid. Las obras se iniciaron en 1631 y su arquitecto principal fue Giovanni Bautista Crescenzi. Una vez construido, el conjunto palaciego contaba con más de veinte edificaciones y dos grandes plazas abiertas que se empleaban para festejos. Todo ello adornado y rodeado de una gran extensión de jardines y estanques que permitían el disfrute de la corte: conciertos, representaciones teatrales, naumaquias, etc. Muy importante fue en esta época El Coliseo del Buen Retiro, donde los grandes maestros de las artes del Siglo de Oro contaron con un gran escenario teatral para sus representaciones. Durante los años de apogeo del reinado de Felipe IV El Retiro fue muy utilizado como segunda residencia y como alojamiento para huéspedes que visitaban la Corte.
No todas estas construcciones han llegado hasta nuestra época. Si lo han hecho El Casón, antiguo salón de baile, parte del Salón de Reinos, centro político en la época, con sus paredes decoradas con pinturas de Velázquez, Zurbarán y frescos de Lucas Jordán, y los jardines. De esta época es la construcción del estanque grande, que se utilizaba para espectáculos acuáticos, el estanque de las campanillas y la ría chica. Durante esta época se inicia el declive de la casa de Austria y de la edad dorada de las Artes.
El 16 de noviembre de 1700, con tan sólo diecisiete años de edad, Philippe d’Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, se convertía en Felipe V de España, primer monarca de la dinastía Borbón. Educado por su abuelo, que estaba casado con la infanta María Teresa de Habsburgo, hija mayor de Felipe IV, siempre consideró que su nieto llegaría a ser rey de España. A Felipe V no le gustaban los protocolos de la Corte madrileña, ni vivir en el Alcázar, añorando el palacio de Versalles. Es por ello que su residencia preferida será el Buen Retiro, donde los jardines eran protagonistas y se podía vivir de espaldas a la ciudad. Cuando el Real Alcázar se incendia en la Nochebuena de 1634, la residencia real se trasladará al Retiro, cuyas habitaciones se adaptan al estilo rococó.
En cuanto a los jardines, Felipe V hizo venir a profesionales de Francia, entre ellos el Galo Louis Renard, para acondicionarlos a sus gustos franceses. Las zonas verdes no cambiaron mucho. Se realizó un único jardín tipo francés, el Parterre, con estructura plana y rectangular, dividida por un eje, flanqueado por dos parterres de broderie. Cuando contrae matrimonio con Isabel de Farnesio, en 1715, los gustos de la Corte viran hacia lo italiano.
Con Carlos III, de 1759 a 1788, que residió en El Retiro hasta que terminaron las obras del Palacio Real, se inicia una época de grandes cambios. Fue un monarca muy interesado por el progreso y la ciencia y El Retiro pasa a desempeñar nuevas funciones: funeraria, pedagógica, industrial, artística y científica. La funeraria, creando un pequeño cementerio para inhumar a los servidores del lugar. La pedagógica, al instalar una Escuela Publica de Jardinería, en el jardín de San Juan, a cargo de Giuseppe Lumachi. La función industrial, con la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, creada en 1760 y conocida popularmente como La China, traída por Carlos III desde Capodimonte y ubicada donde hoy está la estatua del Ángel Caído. La función artística por, la gran cantidad de pinturas y esculturas que se distribuyeron por el Real Sitio. La función científica con obras que llevarían a la creación del Botánico, el museo de Ciencias Naturales, actual museo del Prado y el Observatorio Astronómico, que levantará Juan de Villanueva, en la zona conocida como cerro de San Blas y cuyas obras se iniciarán en 1790, poco después de la muerte del arquitecto. A finales de siglo XVIII se produce un acto relevante a nivel social por pintoresco y extraordinario. Se trata de la ascensión del primer globo aerostático en territorio nacional que tuvo lugar en El Retiro. En 1767 el oficialmente denominado Parque de Madrid, se abre a los ciudadanos, aunque con grandes restricciones, como por ejemplo guardar decencia en el vestir, mujeres con pamela y hombres con capa. Pero esto hizo que El Retiro se convirtiera en un lugar bastante popular.
El Monasterio de los Jerónimos en el plano de Mancelli-Witt, hacia 1635
El complejo del palacio y los jardines del Buen Retiro. Fragmento del plano de Madrid de Pedro Teixeira (1656)
Jusepe Leonardo: Vista de los jardines y el Palacio del Buen Retiro. Patrimonio Nacional, Madrid.
El monasterio de los Jerónimos. Su Cuarto Real fue el punto de partida para el Parque de el Retiro
Invasión francesa:
Los franceses llegan a Madrid en Marzo de 1808 toman posiciones en cuarteles a las afueras de la ciudad: Fuencarral, El Pardo, Carabanchel… y eligen El Retiro como Cuartel General por sus condiciones estratégicas. Fueron talados árboles, se construyeron trincheras en sus jardines, se fortificó el lugar y se convirtieron en polvorines los edificios. Todo un campamento militar donde desfilaron, practicaron y repusieron fuerzas los tristemente famosos mamelucos, que luego harían estragos en la Puerta del Sol. Es difícil calcular cuántas esculturas, monumentos, edificios, decoraciones o especies arbóreas y vegetales fueron destruidas. Tras el paso de los ejércitos franceses el Retiro no fue más que una sombra de lo que había sido, convertido en un erial.
En el momento de la llegada de Napoleón, Juan de Villanueva estaba terminando la construcción de lo que estaba destinado a ser Gabinete de Ciencias Naturales, pero los franceses, tras los hechos del 2 de Mayo, decidieron darle otros usos. Las actuales salas de arte fueron utilizadas como improvisadas caballerizas y se instalaron cañones en el Observatorio Astronómico, en el Parterre y en la Fábrica de Porcelana.
Aunque las tropas galas inutilizaron y destruyeron casi todo lo que era de provecho, también las inglesas de Wellington colaboraron en esta destrucción, llevándose y destrozando piezas y mecanismos irreemplazables de la Fabrica de Porcelana, con el fin de evitar la competencia de las manufacturas de porcelana inglesa.
En 1813, cuando se pudieron evaluar los daños, se comprobó que los edificios menos deteriorados eran el patio de la pelota, el de oficios y la parte principal del palacio, siendo necesario demoler el resto.
La reconstrucción
Después de la guerra, Fernando VII y su hija Isabel II llevaron a cabo la reconstrucción prácticamente total del parque con el fin de devolverle su antiguo prestigio. Fernando VII regresa al trono en 1814 y elige como residencia permanente el Palacio de Oriente, con la recuperación de El Retiro como uno de sus proyectos estrella.
Después de una labor previa de saneamiento se emprendería la de crear bosques y abrir caminos, a la vez que se desarrollaban todo tipo de plantaciones por todo el Real Sitio. Una vez realizado el saneamiento y siguiendo la linea iniciada por Carlos III, se abriría una buena parte de su superficie al público para el disfrute de todos los madrileños, creándose además construcciones científicas como el Real Gabinete Topográfico.
Pero no todo el Retiro se abrió al público. El rey felón se reservó para su uso y disfrute personal y familiar la parte noroeste, el Reservado, zona limitada por sus propias tapias, entre las actuales calles de O’Donnell y Menéndez Pelayo. Posteriormente amplió su terreno hacia el Este, llegando a sus límites actuales hasta la calle Menéndez Pelayo.
En 1817 se realizaron numerosas plantaciones creando un espacio más frondoso y pudiendo encontrar en este lugar una gran variedad de frutales. A la vez se fueron realizando jardines de tipo geométrico, paseos arbolados, bosquetes y laberintos. Se construyeron estanques, fuentes, invernaderos y esculturas.
En el Reservado Fernando VII ordena levantar al arquitecto español Isidro González Velázquez los denominados Anhelos Románticos, muchos de los cuales han llegado a nuestros días. Son pequeñas construcciones de carácter recreativo, con un claro sabor romántico. Estas construcciones rústicas proliferaban en los jardines paisajistas de la época, a partir del siglo XVIII. Algunos de estos caprichos desaparecieron, como la Casa Persa y la llamada del Pobre, junto al cerramiento de la calle de Alcalá. Otras han resistido como: La Montaña Artificial (Rusa o de los Gatos), La Casita del Pescador y La Casa del Contrabandista. La Casita del Pescador estaba situada en el centro de un estanque que servía de pescadero, era una casa pequeñita decorada con motivos renacentistas. La Casa del Contrabandista es un edificio alargado que actualmente acoge una Sala de Fiestas. En lo que había sido la Casa de Fieras se construyó un pequeño zoológico, precedente del actual, situado en la Casa de Campo.
Durante el reinado de Isabel II, de 1833 a 1868, se continuó con la recuperación de este Real Sitio. La de los tristes destinos dedicó especial cuidado al Reservado, tratando de conservarlo como la había dejado su padre y realizando reformas en las plantaciones. Esta zona contenía gran numero de flores, arbustos y árboles, especialmente frutales y también viñedos. Estaba formado por diversos jardines como el de la Salud, el del Nicho, el de la Pajarera, con un trazado geométrico, entre los cuales se formaron calles con árboles de sombra. Dentro del Reservado se encontraba un laberinto y numerosas fuentes, rías, cascadas, estanques, un emparrado, dos invernaderos y diversos juegos como columpios o una Sala de Burlas.
También se ocupó Isabel II de la parte pública para lo cual se ejecutaron nuevas plantaciones creando plazas y bosquetes, como el Campo Grande, en el que se abrieron paseos mediante árboles que al cruzarse formaban plazoletas circulares. Se ajardinaron diversas zonas siguiendo el estilo geométrico tradicional y comenzaron a crearse otras zonas según el nuevo estilo paisajista, a partir de 1848, como el creado en la Huerta de San Jerónimo. El jardinero francés Francisco Viet diseñaría el llamado Paisaje Español en el antiguo Jardín de Primavera, reuniendo los tres principales estilos: francés, italiano e inglés. Este mismo jardinero fue el encargado de recuperar el Parterre, que se encontraba muy deteriorado. Se levantó el actual muro de contención de ladrillo en la cabecera semicircular, al que se le adosó una fuente con un pilón semicircular, decorado con delfines y conchas, con dos fuentes de alabastro en sus extremos, de las que solo se conserva una. El Parterre mantuvo el original diseño geométrico y se decoró con cuatro estatuas de reyes, de los que se habían esculpido para el Palacio Real yque presuntamente por su peso no se pudieron instalar en su destino original. De la misma época es el grupo escultórico neoclásico de Daoíz y Velarde, oficiales de artillería del cuartel de Monteleón que se sumaron al levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas, grupo que actualmente se encuentra ubicado en la plaza del Dos de Mayo.
Se creo el Paseo de las Estatuas, actualmente el Paseo de Argentina, que une el Estanque Grande con la Puerta de España. Dicho Estanque Grande fue la zona más concurrida, en ella, como ahora, se podía pasear en barca, disfrutar de los fuegos artificiales y de otros muchos espectáculos, según la estación del año. El otro gran punto de atracción del público era la Casa de Vacas, donde se podía acudir a beber leche recién ordeñada.
Se restauró la iglesia de los Jerónimos, el Observatorio y otros edificios y se quedaron sin desarrollar interesantes proyectos como una lechería al uso suizo, un café, un jardín de aclimatación y un colegio, entre otros.
Por otra parte, durante el reinado de Isabel, se abrió la calle de Granada, vía que más tarde se llamaría de Alfonso XII, vendiéndose en 1865, y no sin polémica, los terrenos comprendidos entre ésta y el Paseo del Prado, parcela comprendida entre las calles de Alcalá, Alfonso XII, el Paseo del Prado y el Jardín Botánico. Cuatro años más tarde se decidía la demolición definitiva de la Plaza Grande, quedando tan sólo como vestigios del antiguo recinto palaciego una parte del Salón de Reinos y el Casón. Se crea un nuevo barrio en Madrid, el Retiro.
Observatorio de Villanueva, cerrillo de San Blas
Palacio de Velazquez
Bosque de los ausentes
Restos de la fabrica de porcelana
El Parque de Madrid:
En 1868 se produce la Revolución de Septiembre o la Gloriosa, que puso fin al reinado de Isabel II y da inicio a lo que se denomina Sexenio Democrático. Los jardines pasan a ser propiedad municipal y sus puertas se abrieron a todos los ciudadanos, con el nombre de Parque de Madrid, que a partir de entonces será gestionado por su Ayuntamiento.
Durante el siglo XIX todas las grandes ciudades ven cómo los jardines reales van convirtiéndose en públicos como consecuencia de la Revolución Industrial. Las pésimas condiciones de vida y la gran contaminación de las urbes hace surgir en Inglaterra en la década de 1830 el movimiento denominado Public Walks, que reinvindica la necesidad de crear grandes zonas verdes en las ciudades de la mano de los ayuntamientos correspondientes. En Londres se cede al municipio el S. James’s Park en 1828 y despues el Regent’s Park y el Hyde Park. En Francia se declararon públicos el Bois de Vicennes, entre otros. En Madrid sucede lo mismo con El Retiro.
Durante una primera época de su carácter publico, la parte del Reservado seguirá separado y se cobraban 25 céntimos para visitarlo. Posteriormente, las tapias del Reservado se derriban y todo el espacio pasa a ser abierto. El parque del Retiro se convierte desde ese momento en uno de los lugares más visitados por los madrileños. Los Caprichos de Fernando VII y otras construcciones se transforman en lugares comerciales al servicio de los visitantes.
Continuando con el proyecto científico diseñado por Carlos III para el entorno del Prado, se desarrollan nuevas construcciones, como la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que se levanta en 1882, al lado del Observatorio Astronómico y en 1885 se elige el Retiro para la Cátedra de Floricultura y Arboricultura, que formaba parte del Instituto Municipal de Artesanos.
Una de las grandes transformaciones que en esta época sufre el parque fue la construcción del Paseo de Coches. Obra aprobada por el ayuntamiento en 1872, tendrá una longitud de tres kilómetros y veinte metros de anchura y que supuso la tala de un gran número de árboles y la transformación de la ría grande y el estanque de San Antonio de los Portugueses en un gran paseo, con una zona central de 14 metros con caminos a cada lado de 5 metros para ser usados por los caballos.
Al margen, existen varios proyectos para adaptar los jardines al nuevo movimiento paisajista, pero la única zona que se va a transformar sera el Campo Grande, obra de Eugenio de Garagarza, que aprovechando los desniveles del terreno, creará una serie de paseos curvos entre praderas y una ría irregular.
El Ayuntamiento desea aumentar el numero de árboles y ejecuta numerosas plantaciones e incluso se prohíbe la tala indiscriminada. Proliferan en esta época olmos, acacias, almendros, pinos, encinas, fresnos, tuyas y plátanos, entre otros, además de diversos tipos de flores y gran cantidad de lilas. En mayo de 1886 un ciclón destruyó gran parte de toda esta vegetación.
También se colocaron numerosas fuentes, como las de Los Galápagos y de La Alcachofa, donde aparece el escudo de armas de Madrid sujetado por un tritón y una nereida. Es el momento en que se erige la fuente del Ángel Caído, obra de Ricardo Bellver y uno de los monumentos más señeros del parque madrileño.
A finales del siglo XIX se elige la zona llamada El Campo Grande para realizar grandes exposiciones. Para ello el lugar es modificado nuevamente con la construcción de los palacios de Vélazquez y de Cristal y el estanque situado junto al último de ellos.
Palacio de Velázquez
Construido entre los años 1881 y 1883 con motivo de la celebración de la Exposición Nacional de Minería llevada a cabo en Madrid entre los meses de mayo y noviembre de 1883. En realidad esta exposición fue también de Artes Metalúrgicas, Cerámica, Cristalería y Aguas Minerales. El arquitecto fue Ricardo Velázquez Bosco, de quien toma el nombre, y participaron Alberto del Palacio, como ingeniero, y Daniel Zuloaga, como ceramista. La inauguró Alfonso XII junto con el rey de Portugal Luis I, el 30 de mayo de 1883.
Se trata de un edificio cubierto con bóvedas de hierro acompañadas de cristal que permiten iluminar las salas naturalmente, con cuatro torreones en las esquinas que se unen por galerías. Con unas dimensiones de 73,80 por 28,75 metros.
Todos los materiales utilizados en su construcción son de procedencia española. Los ladrillos rojos vinieron de Zaragoza, los adornos en barro cocido son de Madrid, de Santigosa y Cia., los azulejos se hicieron en la Real Fábrica de la Moncloa, el mármol procedía de algunas de las empresas que participaron en la Expo y las columnas, de la Fundición Sanford, que también era muy prestigiosa en aquel momento.
El edificio fue concebido para que una vez finalizada la exposición de 1883, pudiese albergar otro tipo de actividades en el futuro. En 1887 fue aprovechado para la Exposición de Filipinas que se celebró en el Retiro y, una vez finalizada la misma, ese mismo año el gobierno lo destinó a Museo de Ultramar. Actualmente pertenece al Ministerio de Cultura, y se encuentra dedicado a sala de exposiciones temporales del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
En 2005 se cerró para acometer obras de restauración y conservación. En 2010 reabrió sus puertas con una exposición dedicada a Antoni Mirald.
El Palacio de Cristal
Fue levantado igualmente por Ricardo Velázquez Bosco para la Exposición de las Islas Filipinas de 1887 , inspirado en el Crystal Palace del Hyde Park de Londres. Era un magnifico invernadero, que contenía fuentes y plantas en su interior. La construcción, de 54 metros de largo, 28 de ancho y 22,60 en su parte más alta. Su estructura es de metal, y está totalmente recubierto por planchas de cristal, de ahí su nombre. La decoración cerámica utilizada en pequeños frisos y remates es obra de Daniel Zuloaga. En su época causó una gran impresión y se denominó popularmente Catedral de Vidrio.
A sus pies se encuentra un lago artificial donde se puede disfrutar de la presencia de varios ejemplares de ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), cuya principal característica es que parte de su tronco y de sus raíces están bajo el agua. El edificio está rodeado de castaños de Indias.
Tras la exposición, el Palacio de Cristal, entre otras funciones, fue sede cada dos años de la Exposición Nacional de Bellas Artes albergando las esculturas, evento gestionado por el Circulo de Bellas Artes de la capital.
El 10 de mayo de 1936 fue el escenario por la asamblea mixta de diputados y compromisarios, de la que Manuel Azaña saldría elegido Presidente de la República.
En 1975 se lleva a cabo una reparación integral que devolvió a la construcción el aspecto original. Desde 1990 es una de las sedes del museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía.
Jardines de Cecilio Rodríguez
Las últimas obras de ajardinamiento llevas a cabo en el parque madrileño por antonomasia tuvieron lugar en 1914 y como protagonista a Cecilio Rodríguez, jardinero mayor que diseñó la rosaleda y los jardines que llevan su nombre y además fue el encargado de la gestión y mantenimiento de la Casa de Fieras.
Cecilio Rodríguez nació en Valladolid en 1865 y con 8 años entrará de aprendiz de jardinero en el Ayuntamiento de Madrid. Fue nombrado Jardinero Mayor del Retiro en 1914, creando La Rosaleda, una de sus obras más relevantes. Poco después, a partir de 1918 y como parte de sus responsabilidades, se encargó de la Casa de Fieras a la que dio una nueva ambientación, planteando y desarrollando nuevos proyectos. Así, acondicionó los paseos y los jardines del antiguo parque zoológico, entre otras razones para poder contemplar gran variedad de felinos, algunos de gran tamaño, que habían sido traídos del Sahara y Guinea. Cinco años después se incrementaba la fauna con avestruces, cebras, elefantes, antílopes, osos polares y un hipopótamo. Posteriormente fue nombrado director del Departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento.
El jardín creado por Cecilio Rodríguez en el Retiro se sitúa en el área que ocupaba la antigua Casa de Fieras, creada por Fernando VII, actualmente Jardines de Herrero Palacios. Por entonces era Jardinero Mayor de Parques y Jardines, derribaría las cercas y construcciones que allí había y plantaría diseñaría nuevas composiciones provistas de fuentes, pequeños estanques y plazas decoradas con cerámica, siguiendo así la moda de la época. Durante la Guerra Civil la zona quedó destrozada, pero Rodríguez continuará con su proyecto. Se abrirán al público en 1960, aunque él había fallecido en 1953. Está construido mediante setos que forman un profuso espacio arquitectónico vegetal y que quedan separados de los Jardines de Herrero Palacios, antigua Casa de Fieras, por una verja que los delimita.
En 1915 Rodríguez diseña la Rosaleda. La idea partió del entonces alcalde Carlos Prats, quien le sugirió la necesidad de hacer una rosaleda a la moda de las existentes en diversos parques europeos. Se diseñó sobre una base elíptica, limitada por setos recortados de arizónica y la conforman una gran variedad de rosales traídos desde los más famosos jardines de Europa, principalmente de París, a donde se desplazaría Rodríguez para elegir las especies en primera persona. La Rosaleda quedó totalmente destruida en la Guerra Civil aunque en 1941 se replantaron 4.000 nuevos rosales.