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La Casa de Campo es un jardín histórico de 1.722,60 hectáreas y el mayor parque público del municipio de Madrid. El conjunto fue declarado en 2010 Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Por su parte, la normativa del Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Madrid, de 1997, lo cataloga como parque histórico, junto con el parque del Retiro, el parque del Oeste, la Quinta de la Fuente del Berro, el parque de El Capricho, la Quinta de los Molinos, la Quinta de Vista Alegre, el Campo del Moro y el Real Jardín Botánico.

Casa de los Vargas en un grabado de la época

Estanques en el plano de Pedro Teixeira (1656)

Estanques en el plano de Pedro Teixeira (1656)

Vista de los Jardines de la Casa de Campo con la estatua de Felipe III

En 1519 Francisco de Vargas y Medina, señor de la Casa de Vargas, mandó construir una casa de campo, similar a las villas italianas, en la desembocadura del arroyo Meaques, en la ribera del Manzanares, con una función recreativa. Carlos I pasó en esta villa largas temporadas e incluso Francisco I de Francia vivió en ella cuando estuvo en Madrid como prisionero de rey español entre 1525 y 1526. Esta edificación de recreo va a ser el origen de la actual Casa de Campo.

Cuando en 1561 Felipe II decide establecer la capital de su reino en Madrid, decide también crear una gran masa forestal que le permita disfrutar de la caza en un entorno cercano al lugar donde piensa vivir durante el tiempo que habite el viejo Alcázar. Para ello decide adquirir los terrenos de la Casa de Campo cuyos bosques crearían una barrera verde que se unirá al Real Monte del Pardo. Incluso antes de esta fecha había adquirido ya una serie de terrenos que corresponderían al actual Campo del Moro y la Cuesta de la Vega.

Esta gran masa forestal se articulaba en dos ejes principales: del Alcázar a la Casa de Campo y de aquí al Palacio del Pardo, a través del Manzanares. Todo esto fue reforzado posteriormente al crearse el Real Sitio de la Florida y La Moncloa, que darán lugar a algunas de las zonas verdes actuales, como es el caso de la Ciudad Universitaria, la Dehesa de la Villa y el Parque del Oeste.

En el diseño de la Casa de Campo participa de forma muy activa el propio Felipe II, como en todos los Reales Sitios, El arquitecto encargado será Juan Bautista de Toledo, junto a Gaspar de Vega. En cuanto a los jardines, fue Jerónimo de Algora, de origen napolitano y que ya trabajaba en los jardines de Aranjuez, el encargado de dirigir el ajardinamiento y el diseño de las huertas de la Casa de Campo. Este hombre no se limitó a seguir las instrucciones de Juan Bautista de Toledo sino que realizó un excelente trabajo como tracista, teniendo en cuenta los deseos del rey de crear un diseño renacentista.

La influencia italiana era visible en el formalismo geométrico de todo el conjunto, especialmente marcado en los jardines de El Reservado, los más próximos al palacete, que como su propio nombre indica, eran de uso exclusivo de la familia real. Este recinto estaba articulado alrededor de un eje axial, que, partiendo de la entrada principal y atravesando la casa-palacio, conducía hasta la fuente del Águila, traída desde Italia probablemente en 1584.

Otro de los elementos recreativos de El Reservado era la Galería de las Grutas, un pabellón de aire clasicista. Su interior estaba decorado con fuentes, esculturas mitológicas y motivos inspirados en la naturaleza. Se conserva parcialmente y en mal estado. El Reservado corresponde a los jardines situados junto al palacio de los Vargas y se dividen en el Chico y el Grande. Actualmente, el primero se puede visitar aunque con un horario restringido y solo quedan trazas de los antiguos jardines pero allí encontramos uno de los denominados árboles singulares, el cedro del Reservado y la Casa de Las Castañas, actuales dependencias municipales. La otra zona, El Reservado Grande, acoge unos viveros municipales y no se pueden visitar.

A cierta distancia de la casa-palacio, se crearon cinco grandes estanques, a partir de los cuales se originaría tiempo después el actual lago de la Casa de Campo. En 1567 los jardines y El Reservado estaban terminados. Las obras de los estanques finalizarán en 1570 y el cerramiento de la finca se realiza en 1580.

Como en todos sus proyectos, Felipe II trata de realizar las grandes obras hidráulicas que le garanticen el agua y para ello lleva a cabo las infraestructuras que en este caso necesita, mediante la construcción de los correspondientes estanques. Estos embalsamientos de agua artificiales fueron utilizados también como ornato y como lugares para disfrutar de la pesca. Para ello se construyeron cinco vasos rectangulares contiguos que parece que partían de una pequeña laguna natural que se alimentaba del arroyo Meaques.

En el plano Pedro Texeira de 1656, se identifican como Grande, del Norte, del Medio, Longuillo y de la Higuera. El quinto debía ser muy pequeño por lo que no aparece en el plano. El cuadro titulado Paisaje de la Casa de Campo, pintado por Félix Castello en 1634, muestra cómo debían de ser estos estanques, que estaban comunicados entre sí mediante canalizaciones que podían ser navegadas por embarcaciones ligeras.

Felipe III dedica parte de los terrenos a cultivo de la tierra y cría de ganado, con la intención de que el lugar tuviera independencia económica. Juan Gómez de Mora es el arquitecto encargado de las reformas necesarias. En esta época se instala en la fachada norte del palacete la estatua ecuestre del rey que en 1848 pasa a la Plaza Mayor, con más de 5 toneladas de peso.

En 1633 Felipe IV inaugura el Palacio del Buen Retiro, que llega a convertirse en residencia del soberano, y la Casa de Campo pierde interés como lugar de ocio y retiro. Comienza su decadencia.

Con la llegada de los Borbones los gustos cambian, se construye el nuevo Palacio Real y los jardines se vuelven a poner en valor. En 1720 Felipe V ordena la remodelación de las zonas ajardinadas y sustituye el parterre español por broderies a la francesa, con arbustos esculpidos con formas geométricas, donde predominan líneas curvas frente a las líneas rectas anteriores. Declara la Casa de Campo Bosque Real. Su hijo Fernando, siendo infante, amplía la Casa De Campo, adquiriendo más de 1.000 hectáreas hacia el norte y el oeste con lo que quintuplica la extensión de la finca.

Con Carlos III se introducen nuevos cultivos y nuevas formas de riego para hacerla autosuficiente. En 1773 encarga un amplio proyecto para todo el recinto, contando con el arquitecto Francesco Sabatini, quien construye en 1782 el puente e la Culebra, que todavía se puede utilizar en la actualidad. Además, construye una canalización para riego desde El Lago hasta El Reservado, perceptible en la actualidad. También se renuevan los caminos anteriores, se construyen otros cuatro puentes ornamentales y la Faisanera, para la cría de aves exóticas. Se construye la iglesia de La Torrecilla, que sufrirá muchos daños en la guerra de la Independencia y será totalmente destruida en la Guerra Civil. También se levanta la tapia de ladrillo y mampostería, de 17 kilómetros de longitud que cierra el parque y que se conserva en gran medida.

Durante la invasión francesa, José I manda construir a Juan de Villanueva un pasadizo abovedado que comunica el Palacio Real con la zona donde comienza el puente del Rey, levantado en 1829. Antes, durante el siglo XVIII, se construye un nuevo embalse, el de Tenquero o de la Sartén, para la cría de tencas, con una superficie de 5.135 metros cuadrados y que todavía se podía observar a principios del siglo XX.

En el siglo XIX quedaban tres de los cinco embalses primitivos. Dos de ellos se terminaron por unir de forma espontánea. El tiempo había realizado parte del trabajo formando un nuevo perímetro curvilíneo. El tercer embalse fue reservado por el rey Alfonso XIII para la práctica del patinaje sobre hielo. Fue desecado después de la Guerra Civil y corresponde al aparcamiento que existe a la Glorieta de Patines. Estos estanque dieron lugar al actual lago de la Casa de Campo, que ocupa más de 80.000 metros cuadrados de superficie con unos tres de profundidad media.

A comienzos del siglo XX, la Casa de Campo, que dependía del Real Patrimonio, era independiente del resto de los Reales Sitios y tenía su propia administración. Los empleados vivían dentro del recinto e incluso había un cementerio. Sus ingresos venían de la venta de hielo, nieve, leña, resina y de la leche, queso y mantequilla de sus vaquerías, así como de la comercialización de los productos de sus huertas y viveros. En 1928, Alfonso XIII cede los terrenos del Jardín de Felipe II al Comité de Plantas Medicinales del Ministerio de Agricultura.

La Casa de Campo siguió siendo un parque cerrado, para uso y disfrute exclusivo de la realeza, hasta la instauración de la Segunda República. El 20 de abril de 1931, un decreto del Ministerio de Hacienda dispone ceder la hasta entonces posesión real al Ayuntamiento de Madrid. El 1 de mayo, apenas diecisiete días después de la proclamación de la Segunda República, el ministro de Hacienda del Gobierno Provisional, Indalecio Prieto, hizo entrega al pueblo de Madrid, representado por su alcalde, Pedro Rico, de la Casa de Campo. Ese día, unos 300.000 madrileños acudieron al parque a celebrarlo, entrando el pueblo llano en el recinto por primera vez, celebrando una fiesta multitudinaria.

El 3 de junio, un decreto declara la Casa de Campo Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional. De esta época son la mayoría de las fuentes de agua potable que hay en la actualidad en el parque. Sin embargo, no será hasta 1963 cuando se inscriba en el Registro de la Propiedad como espacio de uso público y hasta el 5 de octubre de 1970 en que se haga a nombre del Ayuntamiento.

Durante la Guerra Civil (1936-1939) la Casa de Campo fue frente de guerra durante casi toda la contienda, siendo aún visibles en su interior numerosos restos de trincheras y fortines.

En cuanto a la flora del lugar, la vegetación natural de la Casa de Campo es el encinar. Sin embargo, el encinar actual es fruto de diversas repoblaciones, aunque quedan algunos ejemplares que pueden superar los 250 años. Se han plantado pinos piñoneros, cipreses de Arizona, álamos, castaños, chopos, plátanos de sombra, fresnos, robles o sauces. Como arbustos encontramos espino, endrino, escaramujo, romero, tomillo, esparraguera, siempreviva, cantueso o torvisco. En el año 2002 se inventariaron 586.294 ejemplares. Los pinos se plantaron de forma masiva tras la Guerra Civil. También encontramos otras especies como álamos negros, al margen del Paseo de los Chopos. Cerca del lago un taray de 250 años da aún más variedad al bosque. En el año 2000, 18 ejemplares o conjuntos de ellos fueron catalogados como árboles singulares. Se encuentran señalizados mediante unos carteles de madera que describen sus características especiales.

Fuente del Aguila. Casa de la Campaña, San Lorenzo de El Escorial

Puente de la culebra

El lago de los patinadores en la Real Casa de Campo (Perea D. 1834-1909)