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KANAZAWA

Kanazawa es una ciudad de Japón situada en el norte, en la costa del mar de Japón, a la altura de los Alpes japoneses. Fue la ciudad de una de las familias más importantes del periodo Tokugawa: el clan Maeda.

Actualmente conserva tres barrios de geishas, y toda una zona de casas de samuráis, en la que se encuentra la antigua casa de la familia Nomura, que puede visitarse. Encontraremos también la zona de las casas de té y la ciudadela.,

Llegó a rivalizar con Tokio y Kioto y por suerte escapó a los bombardeos de la segunda guerra mundial.

Encontraremos uno de los tres jardines más importantes de Japón: el Kenroku-en. Este jardín compite con el Koraku-en, que se encuentra en Okayama, y con el Kairaku-en en  Mito.

La estación de tren de Kanazawa es un lugar que tampoco se puede deja de visitar. La primera estación ecológica de Japón, sus paneles solares alimentan gran parte del edificio.

En la salida este de la estación encontraremos la cúpula Motenashi, de vidrio, construida con 3.019 láminas de cristal y 6.000 vigas de aluminio. 

Estación de Kanazawa el día del Festival Hyakumangoku.
https://kshouse.jp/articles/en/kanazawa-introduction/

La forma de paraguas simboliza una “muestra de la amabilidad” hacia los visitantes que llegan a esta región de abundantes lluvias. Un Torii nos recibe y nos despide, la puerta del tsutsumi, construida con madera, con sus columnas entrelazadas con forma helicoidal. Esta construida imitando la imagen del instrumento tradicional nōgaku, arte escénico de esta ciudad desde tiempos remoto

Jardines Kenrokuen

Los jardines Kenrokuen datan del periodo Edo, época en que formaban parte de los jardines exteriores del castillo de Kanazawa. Después de muchos cambios durante casi dos siglos, en 1871, los jardines fueron abiertos al público y recibieron las denominaciones de Sitio Nacional de Belleza Escénica (1922) y Sitio Nacional de Belleza Escénica Especial (1985).

El nombre Kenrokuen significa literalmente «Jardín de las seis cosas sublimes» en referencia a la teoría del jardín perfecto: espacio, aislamiento, artificialidad, antigüedad, agua abundante y amplias vistas, reunidos por pares.

El primer par de principios, “espacio y aislamiento”, se reconoce fácilmente en este jardín. Situado en las alturas de la ciudad, lejos del caos de la ciudad, proporcionan un descanso de la rutina diaria. Además de los grandes espacios abiertos del Kenroku-en, uno también puede encontrar privacidad en ciertos rincones discretos.

El segundo par de principios, “lo artificial y lo auténtico” se pueden reconocer en el concepto mismo de un jardín hecho para ser paseado: la reproducción de la naturaleza utilizando las mejores técnicas para hacerla parecer lo más real posible. La autenticidad además se revela a través de las diversas esculturas y edificios antiguos que rodean el camino: lámparas, casas de té, estatuas …

El último par de principios es “puntos de agua y panoramas”. Facil de encontrar en Japón, esta combinación está muy bien lograda en el Kenroku-en. El estanque principal se abre hacia la ciudad desde la cima de una colina. La vista desde aquí se sumerge en el valle, el mar y las montañas de los alrededores.

En el Japón medieval un jardín era sobre todo un signo de poder y de sensibilidad estética, cualidades esenciales de los líderes locales. Así, el señor Maeda Narinaga (1782-1824) diseñó el Kenroku-en en 1822 para convertirlo en uno de los jardines más impresionantes del país.

Los jardines Kenrokuen son unos jardines preciosos todo el año. En primavera son especialmente bonitos por el color que dan los 63 tipos de flores que encontramos en el jardín, además de los cerezos que florecen en abril, mientras que en verano el parque nos cobija del intenso calor.

En otoño podemos disfrutar de un agradable paseo para ver las maravillosas hojas de colores rojizos y en invierno ver unos jardines completamente diferentes cubiertos de nieve con los famosos pinos Karasaki, otro de los iconos del parque, cuyas ramas y troncos son protegidos de la nieve en una técnica llamada yukitsuri.

Uno de los símbolos del jardín Kenrokuen es la linterna de piedra Kotojitoro. La fuente Funsui es la más antigua de Japón y funciona mediante presión natural con agua del lago Kasumiga.

Desde el jardín podemos ver el cercano castillo de Kanazawa asomando por entre los árboles.

Castillo de Kanazawa

Este castillo se funda en 1583, cuando el clan Maeda, que controlaba en daimyo de Kaga, uno de los daimyo mas poderosos después del de Tokugawa, se traslada en este lugar.

Ha sido reconstruido varias veces, en 1583, después de un incendio, en 1620, y otra vez en 1631. Otro incendio de Kanazawa en 1759, hizo necesaria su reconstruir en 1762 y 1788. Después de otros incendios menores y un terremoto fue de nuevo destruido por el fuego en 1881. De épocas antiguas permanecen la Puerta Ishikawa de 1788, que hoy en día sirve como acceso principal al parque del castillo y lo conecta con los jardines Kenrokuen, el Sanjukken Nagaya y el cuarto de almacén Tsurumaru.

Este castillo era tan grande que a finales de los años mil setecientos se conocía como el lugar de los 1000 tatamis. El castillo tenia otra característica singular al contar con sus suelo de plomo, de forma que en caso de asedio podía quitarse, fundirlo y transformarlo en balas.

A principios de la década de 1990, la Universidad de Kanazawa, que hasta la fecha ocupaba los terrenos del castillo se trasladó a las afueras de la ciudad y desde entonces se ha trabajado para reconstruir los edificios que conformaron el castillo a lo largo de su historia, siguiendo diseños antiguos y utilizando métodos de construcción de la época.

Gracias a estos proyectos se reconstruyo la torre de observación Hishi (o Hishi Yagura), la torre de observación Hashizume-mon Tsuzuki (o Hashizume-mon Tsuzuki Yagura) y la torre-almacén Gojukken Nagaya siguiendo el modelo de los años 1850. Actualmente, los visitantes pueden aprender en sus exposiciones sobre los métodos de reconstrucción tradicionales y materiales utilizados.

Residencia Samurai Nomura-ke

Es habitual encontrar las antiguas casas de los samuráis en las ciudades un poco alejadas de las grandes metrópolis y en muchos casos se pueden visitar.

Estas casas en si no tienen un gran interés, puesto que son espacios diáfanos comunicados entre si. Lo más importante son los jardines y las pinturas o elementos decorativos colocados en diferentes puntos de la casa.

Como casi todas las casas de samuráis, esta casa en si tiene poco interés ya que no es más que una colección de espacios que actualmente se calificarían de diáfanos, comunicados entre si. Lo que más interesante son los jardines y las pinturas o elementos decorativos que se han colocado en diferentes puntos de la casa.

La residencia samurai de Nomura-ke fue construida en el año 1843. Está fabricada en madera de ciprés con puertas de papel con incrustaciones de cristales. y pinturas fusuma-e en paredes corredizas realizadas por el pintor personal de la familia, Sensei Sasaki, que otorgan a la residencia un alto valor cultural.

De lo que se puede ver destacaríamos una sala de dibujo desde la que se ve el jardín principal. La sala, construida con ciprés japonés y elementos de pavorosa y ébano, sin que se vea ningún clavo (escondidos con madera de caqui) y unas espectaculares puertas correderas con motivos considerados culturalmente muy valiosos.

En el edificio anexo a la residencia se encuentra la librería Onikawa en la que se exhiben espadas ancestrales de la casa Nomura, monedas y otros objetos del periodo Edo.

Cuenta con un jardín pequeño que debido a los cambios de nivel en su diseño le dan un aspecto amplio y tridimensional. El movimiento serpenteante y el fluir de la corriente de agua están realizados de una forma muy habilidosa. El árbol de la cera de más de 400 años, un viejo castaño y las linternas de piedra están en perfecta armonía con el resto de los elementos naturales del jardín. Posee una pequeña cascada, que forma un arroyo de aguas cristalinas en el que nadan unas carpas. La lástima es que no puedes caminar entre las linternas de piedra o cruzar el puente de granito de cerezo, ni descansar a la sombra de un árbol de más de cuatrocientos años que pertenece a una especie es difícil que arraigue en la zona.